San Luis ofrece paisajes que nutren los sentidos y regocijan el alma de los que deciden pisar suelo puntano.
Con identidad, con tradiciones, con lugares como “Estancia Grande”, en la parte de “El Durazno”, donde sauces blancos custodian el ingreso a una zona donde los turistas pueden apreciar una variedad gastronómica a la sombra de nogales y frutales.
La pesca y los deportes acuáticos en los diques de La Florida, Nogolí o San Francisco y al pie de la Sierra de los Comechingones nace el Piscu Yaco que significa ‘aguada de los pájaros’, en alusión y como homenaje al poeta Antonio Esteban Agüero. El sonido de los ríos cuando brama la tarde en las piedras, entre cortaderas y retamas. Saltos de agua en Merlo, los Siete Cajones o El Trapiche con sus veras ideadas para los mates entre amigos o el asado del domingo.
Los caminos de montaña donde el cielo casi se puede acariciar, de Nogolí a Río Grande, bajando de La Carolina a San Francisco o de Potrero de los Funes a La Punta, ciudad donde está el Estadio “Juan Gilberto Funes”, el Hipódromo y la Réplica del Cabildo. El Valle de Pancanta con sus pircas milenarias donde alguna vez se escribió la historia, por los caminos del oro y del tiempo. Benteveos en los sauces tristes contemplan al Santo de la Quebrada, un hornero tenaz posa su casa en un naranjal de Luján, calandrias aletean inquietas en las siestas suspendidas de Quines, una ruidosa bandada de catas lucha contra el Chorrillero, águilas moras son vigías del sueño. San Luis trae paisajes que empapan los ojos de un verde pausado, de sierras encantadas, de aire puro, agua cristalina, palmeras, espinillos y talas.
Fuente: Agencia San Luis