Entrevista a Pablo Milone, director y guía turístico de “Huellas”, empresa que comenzó en 1999 a realizar excursiones de Turismo Minero en La Carolina, un pueblo encantador de San Luis, que día a día crece por demandas de los turistas. Frente a la imponente presencia del Cerro Tomolasta, Pablo, con sabiduría y calidez, me cuenta cómo recibe a quienes llegan para conocer la historia, la naturaleza y la tranquilidad de este pueblo con historia precolombina, que es su lugar en el mundo.
- ¿Cómo comenzó el proyecto “Huellas”?
En 1997 éramos cinco estudiantes de Turismo que con el tiempo nos transformamos en profesionales. Quisimos probarnos que lo que nos gustaba podía transformarse en una empresa vinculada al turismo cultural y educativo. La idea tomó color y cuerpo en el año 2000, cuando decidimos radicarnos en La Carolina, ya que cursábamos la carrera en la ciudad de San Luis.
- ¿Qué potencial turístico tenía el pueblo de La Carolina en ese momento?
Visualizamos que el pueblo tenía mucho potencial turístico; nos pusimos en campaña para mostrar su atractivo y riqueza cultural, especialmente en temporada, ya que el paso de la gente, que llegaba y se iba, no causaba impacto en lo económico y social. Para apoyar esta decisión, pensamos en realizar excursiones y visitas guiadas para mostrar al turista el pueblo, la cultura y su valor geográfico e histórico a través de actividades. De hecho, cuando vamos a conocer la mina de oro lo hacemos con una indumentaria especial. Una vez allí, contextualizamos aspectos de la historia, la naturaleza y las tradiciones locales, pero con un enfoque participativo. Las visitas forman parte de la aventura, ya que aprovechamos la geografía del lugar. En cuanto al turismo arqueológico, en la zona de influencia contamos con importantes manifestaciones de arte rupestre, como la que hallamos en la gruta de Inti Huasi, un lugar muy visitado por los estudiantes. Nos interesa la acción participativa y no sólo las referencias del guía: los chicos cuentan a través de sus manos, dibujan y transmiten sus vivencias.
- ¿Qué observó su instinto emprendedor?
Nos pusimos en el lugar del visitante que llegaba a La Carolina con un gran interés por saber y conocer. Nuestra primera acción fue brindar información turística “ad honorem” y, con permiso de las autoridades, ofrecimos caminatas por el pueblo para contar su historia. Esta interacción nos permitió evaluar el interés por la temática del oro, tan cautivante como la arqueología. Son temas que siempre despiertan la curiosidad del turista. Y llegamos a la conclusión de que debíamos transformar estos contenidos en actividades educativas y culturales que nos permitieran crecer en lo empresarial.
- ¿Cuándo se fundó La Carolina?
La Carolina fue fundada en 1780, por buscadores de oro que andaban en el Dorado. Las culturas primitivas que habitaban la zona no tenían conocimiento del valor del oro, pero al correrse la voz, el lugar se transformó en un caserío. Y así comenzaron las dificultades, las disputas y los asesinatos en una época en la cual no existían ni ley ni orden. Fue entonces cuando el marqués Rafael de Sobremonte, gobernador de Córdoba y Tucumán, decidió fundar el pueblo de La Carolina, concebido para la explotación de los españoles. Este “mercado” pasó por varios periodos: en primer lugar fue desarrollado por los españoles; luego llegaron los ingleses, a mediados de 1800, con mayores conocimientos de la actividad minera. Es de señalar que el trabajador minero vivía pocos años y duramente. Así, la demografía del pueblo oscilaba en función de estas explotaciones. Crecía cuando llegaba una empresa, y bajaba cuando se iba. Durante las guerras que tuvieron lugar entre 1914 y 1940, esta industria se incrementó por la demanda de wolframio, una variedad del tungsteno empleado para la elaboración de armas.
- ¿Qué población encontramos hoy en La Carolina?
Es un poblado pequeño, de alrededor de 300 habitantes, que no se incrementó demasiado en los últimos veinte años. En general, la juventud emigra buscando otros destinos o propuestas de trabajo. Nuestra intención es insuflarle una visión más turística, que le permita utilizar sus recursos naturales mineros en función de proyectos sustentables. Es la idea que tuvimos al llegar, y en ese aspecto somos pioneros. El turismo debe ser una herramienta para generar recursos respetando las culturas locales, de manera tal que la gente mejore su calidad de vida.
- ¿Qué caminos recorre el turista en La Carolina?
Es muy placentero recorrer nuestras sierras, que se ubican en el centro de nuestro país. Es un valle rodeado de cerros con una vegetación frondosa. El pueblo está ubicado a unos 1600 m sobre el nivel del mar, y presenta inviernos crudos con temperaturas que llegan a -15°, con nevadas frecuentes. La primavera es un capítulo aparte, ya que ofrece temperaturas de más de 20° durante el día, posibilitando “chapuzones” en el río o en los arroyos. Las noches son frescas, perfectas para un buen descanso. La Carolina es ideal en verano, ya que sus paisajes brillan más bajo el cálido sol. Es un pueblo muy tranquilo, donde todos se conocen. Los chicos crecen en un ambiente sano y familiar, y resulta muy cómodo para vivir. He encontrado aquí mi lugar en el mundo para vivir y llevar mi proyecto adelante.
- ¿Cuántas excursiones realizan durante el día?
Es fluctuante. En verano hacemos entre siete u ocho visitas diarias, con grupos de 30 personas. El recorrido se efectúa con el equipo adecuado, esto es, botas de goma, cascos y linternas. En junio las visitas son más tranquilas debido al frío. Luego de julio o durante los fines de semana largos, son más importantes. Agosto es época de turismo educativo, y los chicos se quedan dos o tres días, ya que se realizan talleres de geografía, arte rupestre, chocolatería, gastronomía, observación del cielo y turismo de altura. Son distintas actividades en función del público: por ejemplo tirolesa, que implica moverse de un punto a otro tomado de un cable con poleas; también rápel con descenso, de acuerdo a la experiencia; y en la misma línea, la escalada, que consiste en subir por las piedras o paredes naturales. Asimismo, se ofrecen distintas travesías o trekking a Salto de la Negra Libre y Salto Escondido, lugares muy metidos en la sierra. Es una linda caminata con campamento, y se vuelve al otro día. Son tres días en la sierra con campamento en paisajes vírgenes.
- ¿Qué apoyo reciben del Ministerio de Turismo de la Provincia de San Luis?
El Gobierno de la Provincia nos ha apoyado en función de la promoción que realiza para difundir San Luis. Nos invita a participar en los stands de la FIT y tiene una actitud de acompañamiento que valoramos. Durante estos veinte años se ha desarrollado una infraestructura en rutas, pavimentación e iluminación muy importantes. Estos lugares pequeños han progresado de a poco debido a la inversión en redes, wi-fi y antenas de telefonía esenciales para la comunicación. Por el momento, no existen leyes que regulen la actividad de ingresar a la mina con turistas. Siendo ello así, y para expandir este turismo minero aún no reglamentado, hemos logrado generar herramientas legales avaladas por la Dirección de Minería, que nos permiten ingresar a las minas con las condiciones de seguridad del caso. Más aún, la Dirección envió un equipo técnico para llevar adelante el emprendimiento, lo cual ha sido muy importante, ya que resultan visibles los riesgos propios de la acción. El ingreso a un sitio subterráneo requiere cierto marco legal para la tranquilidad del turista, de un guía profesional que le asegure que no le va a caer nada encima. Es algo que hemos optimizado junto a los concesionarios de la mina y de la Provincia.
- ¿Cuál es la próxima etapa de este proyecto?
Carolina es un vallecito entre montañas, rodeado por varios cerros aislados de lomos volcánicos, entre los que sobresale el Tomolasta, de más de 2000 m sobre el nivel del mar, donde está emplazada la mina de oro con sus túneles oscuros. Tenemos varios proyectos de servicios en la zona, como alojamiento o transporte, bien explicados en nuestro sitio web. Entre las ideas para el futuro destaco la de crear un parque interpretativo-temático. Queremos que el turista/visitante participe de los recursos y disfrute de nuestras bellezas naturales.
- ¿Qué siente quien vive en este pueblo encantador?
Es un lugar mágico para mí y para muchos de quienes nos visitan e ingresan a un pueblito quedado en el tiempo, que se destaca por su faz arquitectónica, sus calles de piedra y la vida que se lleva. La gente vive tranquila, tiene otros tiempos, duerme la siesta y comparte muchos momentos con su familia y con sus vecinos en solidaridad. Es parte de la idiosincrasia del lugar, que conserva la impronta colonial y las costumbres y tradiciones del respeto a los mayores, a los maestros de escuela y al duelo para con quienes ya no están.
- ¿En qué se fundamenta el aspecto colonial?
Posee una historia vinculada al virrey Rafael de Sobremonte. Posee una identidad propia, mezcla de colonial y far west. Cuando terminaron las explotaciones de oro, hubo un plan de rescate de viviendas antiguas. Y el aspecto del poblado resultó una mixtura entre lo antiguo, lo moderno y lo rústico. Hay casas con pared de piedra a la vista, y otras unidas con barro y ladrillo de adobe. Encontramos viviendas con estilo moderno de ladrillo. Otra estructura que llama la atención es la antigua pirca de un metro veinte de altura; son piedras sobre piedras que separan campos como si fueran líneas divisorias. La técnica de construcción se remonta a los antiguos habitantes, que la usaban para construir sus refugios o puestos. En la conocida gruta de Inti Huasi se pueden contemplar domos volcánicos y cuevas que servían como refugios para las familias. Otra foto del lugar la dan los puentes que cruzan arroyitos. Se han construido elevados por la crecida abrupta de los ríos cuando la lluvia es abundante. Estamos en la zona más alta de San Luis, donde nacen sus ríos y distribuyen las aguas de las vertientes de la provincia. El sendero de El Pirquinero, o buscador de oro, es muy visitado. El río Carolina con su color amarillo es emblemático, ya que allí se apostaron los primeros buscadores del preciado metal.
- ¿Es San Luis una provincia seca?
Sí. Se han construido represas y diques que atenuaron el problema y permitido apuntalar la agricultura. Existe un acueducto nuevo que genera actividad productiva, a partir de una ley de reparación histórica que benefició a las provincias que participaron en la Gesta de San Martín. Esta ley, que habilitó la exención impositiva para quien viniera a trabajar, fue aprovechada por el primer gobierno de Adolfo Rodríguez Saa en San Luis. Luego se instalaron parques industriales a lo largo de la provincia, que generaron una crisis habitacional solucionada por un plan de viviendas sociales. La provincia creció demográficamente. La ley se fue “agotando”, pero la población igual aumentó. Si bien la industria es primordial, existen otras actividades económicas. La infraestructura se expandió en rutas, viviendas y es la más moderna en los últimos veinte años. Haciendo hincapié en el aspecto ecológico, se plantaron muchos árboles y hoy tenemos la provincia que vemos.
- ¿Qué huellas dejó La Carolina en su vida personal?
Encontré mi espacio. Aquí construí mi familia y vivo rodeado de paz y tranquilidad. El mundo está a mis pies en un entorno soñado. Lo busqué y lo encontré porque estaba en mi esencia. Soy un buscador que sigue las huellas de su instinto. Me gusta mucho viajar, pero siempre quiero volver a mis raíces.
Patricia Ortiz
Crédito fotográfico: Camino San Luis