En el ciclo de cine que se realiza en Casa de San Luis, todos los miércoles de junio de 2017, se proyecta la película Tres de corazones, basada en el cuento de Juan José Saer “El taximetrista” cuyo guión fue adaptado por el recordado Sergio Renán, en colaboración con Carlos Gamerro y Rubén Mira. Esta fue la última película de su carrera como director, ya que falleció en 2015.
Tres de corazones es una película cruda e intensa en la cual su director aborda temas como la soledad afectiva, la prostitución, la violencia de género y un amor imposible signado por un triple desencuentro, en el que tres personajes solitarios que tratan de sobrevivir en un mundo hostil cruzarán sus caminos y surgirá en ellos el amor de dos hombres por una misma mujer que los fascina y obsesiona bajo el signo de un triángulo amoroso que lo torna irrealizable.
Sus protagonistas logran destacadas caracterizaciones en cada uno de sus personajes: Nicolás Cabré como el torturado y melancólico Ángel, Mónica Ayos como Dora, una mujer fuerte cuya belleza causa fascinación y obsesiona a los hombres, y Luis Luque, quien muestra un costado sensible al imitar a Sandro y, por el otro, es el rudo y violento ex policía Alejandro Coria. El plus actoral lo ofrece la actuación de la inolvidable China Zorrilla.
Estos personajes conforman los tres corazones solitarios que cruzarán sus vidas por un momento para volver luego a sus antiguas soledades.
La película fue filmada en los estudios cinematográficos de “San Luis Cine”, en cuya provincia el gobierno del Doctor Alberto Rodríguez Saá fomenta la inversión en la industria y fortalece el desarrollo de la cultura, el turismo y el empleo que, en consecuencia, se genera.
En esta historia Ángel, joven camionero, es despedido de su empleo y decide regresar a su pueblo natal; para ello, aborda un autobús en el que también viaja Dora, a la que conocerá en una parada del viaje y la forzará a tener una aventura fugaz, razón por la cual la joven se marcha antes que él y desaparece de su vida.
Ángel se dirige a casa de sus padres y allí se da cuenta de que la convivencia es imposible. Por este motivo, alquila una habitación en una pensión y, para subsistir, decide trabajar en una agencia de taxis cuyo dueño, Alejandro Coria, es un ex policía que a su vez maneja un club donde se ejerce la prostitución. Coria se maneja con mucha violencia con todo su entorno a excepción de su madre, a la que cuida y protege con ternura. El parecido de Ángel con su hermano muerto le despierta un cariño inexplicable y lo adopta como su protegido luego de la muerte de su madre.
El destino reencuentra a Ángel y a Dora, ya que ella consigue trabajo en el club nocturno de Alejandro, quien al conocerla queda fascinado por su belleza y le pide matrimonio. La muchacha acepta su propuesta porque conoce su violencia y teme contradecirlo.
Es el momento en el que aparece Ángel, quien intenta convencerla para escapar juntos. Ella no acepta y le revela a Alejandro las circunstancias en las cuales lo conoció y, debido a este hecho, el ex policía ordena a sus matones que lo golpeen.
Mientras tanto, Dora abandona la ciudad para visitar a Ángel en el hospital; ambos se permiten apostar por la amistad, hasta su recuperación.
Los hombres vuelven a encontrarse y, desencantados de Dora, sufrirán a su manera su ausencia pero compartirán sus penas al anhelar lo que no fue. La obra cuenta la historia de estas tres vidas repletas de ilusiones truncadas aunque la necesidad los une. Ángel vuelve a recorrer con su taxi las calles y observa un cartel con tres corazones que representan quizás su propia historia, la de Alejandro y la de Dora.
Su desenlace es sorpresivo, ya que luego de la partida de Dora, Alejandro da un giro completo a su personalidad y se redime al restablecer el vínculo amistoso con Ángel. Hay un perdón tácito entre ambos y, viviendo juntos, soportarán la ausencia de esa mujer en la que creyeron.
Sergio Renán narró esta historia en el marco de los paisajes serranos de San Luis, donde sus rutas, sus curvas, su impecable naturaleza son recorridas por el taxi de Ángel, y como plus adicional, la actuación de la inolvidable China Zorrilla. Es una película muy recomendable, que conjuga el drama y las pasiones humanas, y que deja un mensaje: “Es posible perdonar y ser mejor persona, aunque a veces no sea posible olvidar un amor justamente por `ser inolvidable´”.
Claudia Ortiz