El homenaje al cantor de los puntanos, fue enmarcado por la escritora Perla Montiveros: “En él no se podría entender una postura agónica, ya que vivía en paz consigo mismo: cada época trae sus propuestas para ser y conocer. A quienes nos fue dado recorrer algo del ayer, podremos contar ese nuestro estar en el tiempo. Y con tal saber alcanzar el presente, que ya se queda atrás porque el mañana amanece. Todo tiene lo suyo. Todo busca sabiamente su integración”, dijo.
En este encuentro, el lector del poeta merlino habrá recurrido al recuerdo para buscar dentro de sí mismo. Montiveros afirmó que se trata de una obra de su madre, María Delia Gatica de Montiveros: “El rostro de la tierra puntana en la poesía”, publicada póstumamente, resume con acierto el secreto del espacio, en el que San Luis dice y se hace voz de canto. El acertado prólogo al libro, perteneciente a Gustavo Romero Borri, anticipa la razón de ser del libro y la veracidad que surge del andar de cada poeta que alcanza el conocimiento de San Luis y sus sanluiseños. Decires éstos que se descubren hasta promediar el 2003, año de la desaparición de la escritora. De aquí, que buen número de tales poetas viven y continúan alcanzándonos la posibilidad del vivir ‘en poesía’.
Procurando el buscar una identidad cultural mediante la literatura en mi libro “El esplendor de la palabra” quise ubicar en su comienzo, el ensayo titulado “Una tonada fundacional”, toda vez que el brillo de la palabra hermosa tuvo en poesía de Antonio Esteban Agüero el asombroso recibo para la permanencia de’ la tonada’, impecable registro de su tonada nortina, propia de Merlo, el pueblo de Agüero (zona noroeste y región serrana del este). Tonada ésta que lleva signo cierto del habla de los Comechingones, primitivos habitantes de tal región. Música, misterio y revelación que ha de participar en toda su poesía, pero que deviene rauda en el libro fundacional de la identidad en el terruño, en Un hombre dice su pequeño país, de publicación póstuma. Es obra que nos memora un hecho notable: A sus poemas Agüero nos los entregó en su oralidad, el poeta los dejó dichos, derramando su música afincada en su tonada. Desde su voz nos dijo los primeros días, el llamado de gloria, la mazamorra, la tonada, la fauna, la minga, las guitarras. Su oficio de poeta bien ganado ya le proporcionó la dicha de sentirse “Boca de Hombre y Corazón de Pueblo”. Un hombre dice su pequeño país marca quizás el momento en el que el lenguaje poético se fija, comienza a ser vivido como un rito. Fue un hecho fantástico, el escuchar al mismo poeta Agüero diciendo, entregando sus digo, y ya desaparecido el poeta bien consoladora la certeza de que las grabaciones que quedaron con la voz del poeta custodiaron el regalo de su música. Hay una búsqueda de trascendencia posible, que no habrá de ser idéntica a ninguna tradición existente, en este nuevo despertar de porvenir auténtico. Entiendo que Agüero quiso para el mantenimiento de una apreciada identidad no abandonar lo que se fue, no desdeñar lo que se es y sí, procurar con fe lo que se puede ser. “Yo no quiero ser nada que no sea/ ser hombre libre, el hombre libre/ el hombre de pie sobre el tiempo de los astros”.